Chepes vive una odisea inaceptable: tres días sin agua en el barrio El Talita y sin una sola respuesta de las autoridades. Mientras el gobernador Ricardo Quintela y la intendenta Laura Carrizo hacen campaña sobre obras que nunca funcionan, los vecinos siguen acarreando baldes como en el siglo pasado.
En pleno octubre, cuando todavía ni siquiera llegó el verano, la población sufre el corte del servicio más básico. Y lo más indignante: cuando el agua llega, muchas veces es salada, lo que empeora el cuadro sanitario en una ciudad que ya carga con uno de los índices más altos de enfermedades renales en la provincia.
El pueblo habla, los políticos callan
Los vecinos, hartos, salieron a las redes a denunciar la situación:
- “Ya vamos tres días sin agua, ¿quién nos da una respuesta? No se puede vivir así, me tienen repodrida”, escribió una vecina.
- Otro vecino apuntó: “Nos prometieron que con las obras iba a mejorar, pero la realidad es que seguimos igual o peor. Nunca cumplen”.
- Un comentario contundente resume la bronca: “Encima que no tenemos agua, cuando sale es salada. Así nos condenan a enfermarnos de los riñones.”
Obras fantasmas y promesas rotas
El barrio esperaba que las inversiones y anuncios oficiales solucionaran la crisis hídrica. Sin embargo, nada cambió. No hay explicaciones, no hay asistencia, no hay plan de emergencia.
El gobierno provincial y municipal parecen haber naturalizado que la gente cargue tachos en pleno siglo XXI. Pero lo que está en juego no es comodidad: es la salud, la dignidad y la vida de miles de riojanos.
Quintela y Carrizo: responsables directos
No se trata de un desperfecto técnico, sino de una decisión política de abandono.
- Ricardo Quintela es el gobernador y tiene la obligación de garantizar agua potable en todo el territorio.
- Laura Carrizo, como intendenta, debería estar al frente de la crisis, explicando, gestionando cisternas, dando soluciones.
En vez de eso, la gente de Chepes recibe silencio y desidia.
Chepes está sedienta, y no por falta de recursos, sino por falta de gobierno.
La pregunta ya no es cuánto tiempo más estarán sin agua los vecinos, sino cuánto tiempo más estarán sin autoridades que cumplan su deber.